Las nucleares cuestan una pasta. Cuesta en la construcción, en sus actualizaciones de seguridad durante su vida operativa (estimado como en la misma cantidad que en su construcción), en el desmantelamiento y en la gestión de sus residuos por al menos 250 generaciones, todo eso si no hay accidentes o atentados muy graves de por medio, de haberlos, los costes se disparan aún más.
¿Por qué las empresas privadas quieren disponer de centrales nucleares y nos quieren hacer creer que su energía es muy barata y debemos tener muchas y prolongar su vida útil hasta el infinito?
Pues porque la inmensa mayoría de esos costes, no salen de sus bolsillos sino de los nuestros, con lo cual es negocio redondo. Es cierto que en fase de explotación, si no hay incidentes muy graves de por medio, producen energía a coste muy barato, pero es que habría que fijarse en todos los costes, y ahí es donde está el truco.
¿De todas esas fases cuál es la más costosa? Aunque todas impresionan con sus cifras es, sin lugar a dudas, la gestión de unos residuos durante 10.000 años, con lo que ello supone en construcción, mantenimiento y seguridad de instalaciones apropiadas para tal fin. Es pasarle la pelota a esas 250 futuras generaciones, y también los riesgos.
Cuando unos políticos subvencionan, estimulan la generación nuclear y el prolongamiento artificial de sus estados operativos más allá para el cual fueron diseñadas, están despreciando a los futuros habitantes y están legando un futuro un poco peor para ellos. Seguramente en su pensamiento esté aquella frase de Groucho Marx:
"¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellas por mí?"
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